Cartas al Frente: ‘Córdoba’

EEyFWh5X4AM_HNC.jpg

Nadie puede afirmar que conoce una ciudad hasta que no ha visto todas sus facciones, ésas que conforman la realidad del día a día de sus ciudadanos. Me he percatado este pasado fin de semana de que no conocía en absoluto esta bendita ciudad, lo que es curioso, pues llevo tres años por estas calles y todavía no me había empapado de su esencia.

            Sin duda alguna, la Córdoba monumental la conocía. Desde el primer día quedé maravillado por la Catedral, por las calles estrechas de la Judería, el sabor añejo de sus iglesias, el encanto torero de Santa Marina, y la paz del Guadalquivir en sus orillas. Ésta es la Córdoba histórica, la que todo el mundo quiere ver y todo el mundo se imagina, la Córdoba noble cuyas mujeres inspiraron a Romero de Torres. Pero hay rincones que, escondidos e invisibles para los foráneos visitantes, son el corazón que define la esencia de este pueblo, que ha sobrevivido estoicamente a todas las vicisitudes por las que ha pasado; estoy hablando de Las Ermitas, por supuesto. Este impresionante a la par que sencillo conjunto es símbolo de la resistencia católica en Córdoba desde el albor de los tiempos; la vida eremítica en nuestra sierra sobrevivió a la larga época mora, a la firme cruzada que la dio por derrotada, y, superando, incluso, las inclemencias meteorológicas, el Corazón de Jesús se mantiene erguido e impasible desde 1929, protegiendo a esta ciudad. No comprendo por qué bautizan a Córdoba como la ciudad de las tres culturas; esta ciudad es católica, católica es su esencia, y, sin el Sagrado Corazón de Jesús, no sería lo que es hoy; capital de la tenacidad cristiana en los tiempos oscuros de la patria.

Servicio social: Usuarios del comedor de los Trinitarios en Córdoba. - A.J. GONZÁLEZ

También hay lugares que ni los propios cordobeses conocen, a pesar de estar en la misma ciudad, a pesar de tener una misma historia y haber sufrido los mismos problemas; son ésos donde la enfermedad y el frío se comen, a falta del pan de cada día, pero, aun así, nunca falta una sonrisa, que muchas veces es el único alimento que se pueden llevar al alma; en estos barrios, un mendrugo vale un tesoro, y un buen acto nunca está falto de agradecimiento. Hijos de Córdoba condenados al ostracismo por una sociedad consumista y sus instituciones; a la ribera de un mismo río que, de repente, en lugar de riquezas sólo trae miserias y podredumbre. Mientras tanto, a escasos minutos, en las céntricas plazas, se discute entre tomarse un flamenquín o un salmorejo… pues uno ya no puede más.

            Ante tal paradoja, se llena el alma de angustia; no crees posible ser merecedor de lo que tienes y sólo puedes agradecérselo a Dios, todos los días, mientras luchas por cambiar todo. Y no existe ápice de desesperanza, porque el Sagrado Corazón de Jesús siempre nos está iluminando desde la altura de Sierra Morena; tras Él aparecen personas que, sin hacer más ruido que el alboroto producido por sus buenos actos en los corazones desdichados, hacen apostolado con su vida, viviendo por y para Cristo y, por tanto, para el prójimo. En esta sociedad tan materialista y superficial, cuando aparecen este tipo de personas se les mira raro; les intentan desanimar por luchar contra el sistema egoísta que tanto mal está haciendo a España; pero, cuando estás en la verdad, nadie puede derrotarte. Este grupo es la resistencia católica en la actualidad y la Virgen de Belén es su amparo, guía y protección. Al verlos aparecer muchos se preguntan si pertenecen a alguna orden religiosa, pero no señor: son soldados de Cristo y entre ellos se conocen como la Juventud Protectora de la Asociación Amigos de las Ermitas.

JOSÉ LUIS

EEyFWh5X4AM_HNC.jpg

¡Comparte!
Facebook
X
LinkedIn