Hace un par de semanas, preguntaba a un compañero que se prepara para ser ingeniero agrónomo sobre el tratado CETA con Canadá. Me comentaba el uso de hormonas, transgénicos y técnicas de radiación que se usan al otro lado del charco. Me advertía de que, de hacer la UE la vista gorda a la hora de importar, podríamos tener un problema de salud serio en Europa. Sin embargo, se mostraba seguro a la hora de afirmar que los controles europeos son fiables, y podemos confiar en que nuestros dirigentes mantengan su firme no hacia alimentos que puedan perjudicarnos. Huelga decir que no todos los productos provenientes de Canadá son producidos de igual forma.
Hoy veía esta noticia por casualidad y me enteraba de la barbaridad propuesta por el partido que está de moda entre la izquierda, Podemos. Sin ninguna base científica, afirmaban disparates acerca de este tratado y los supuestos “peligros” que suponían para nuestra sociedad, poniendo como ejemplo nuestras próximas comidas navideñas.
No me voy a parar a resumir las animaladas dichas por las lúcidas mentes que han ideado esta aberración, pues ya viene suficientemente claro en la noticia adjunta. Pero si me gustaría alertar de esta nueva técnica del todo vale por que lo decimos nosotros, que somos los que tenemos razón por qué somos el pueblo. En cuestiones científicas, el empirismo debe ser ley, y como tal, respetarla siempre. Sin embargo, para este colectivo y sus asociados mal llamados “ecologistas”, si lo que dice la demostración científica no afirma su teoría, entonces no es válido, y sin ningún tipo de certeza científica pugnan por la supremacía de su afirmación, engañando y confundiendo a gente que dificultará la labor de verdaderos científicos que luchan por el medio ambiente y la salud.
Al formarme en el lado científico, me preocupa que este tipo de cosas estén a la orden del día. Si se permite que gente sin formación pueda llegar a encargarse de asuntos tan delicados como estos, todo el trabajo que realizan los verdaderos expertos se irá al garete. Imagínense las consecuencias.
Un futuro ingeniero verde
