Lluvia que alimenta al arroyo, rellena el seco embalse. Inyección de sangre que revive al cuerpo desfallecido. Brisa fresca en el desierto, calor en el glaciar. ¿Qué es, si no, activar la conciencia y actuar conforme a ella?
No es un camino cómodo, ni mucho menos. Eso se le reserva a la burguesía y la senectud, al conformismo y la mediocridad. La excelencia, la revolución, la… ¡JUVENTUD! no es una senda facilona sino lo opuesto. Lucha y entrega, amar lo difícil. Rebelarse contra lo injusto, no ignorar la realidad, saber que evadirse en lo placentero no es una opción. Por todos y contra todos, sin esperar agradecimiento ni reconocimiento alguno.
No hay nada más bello que adecuar la actitud a los dictados del corazón racional y del cerebro pasional. A partir de ello, crear una canción cuya melodía esté compuesta por los acordes de la alegría, audacia, lealtad, fe y esperanza.
Consciente del presente, se enorgullece del pasado, hincha el pecho y apunta al futuro. Toma sus armas, plumas y espadas, y guerrea sin descanso con la mirada puesta en el mañana. Suena la música que crea y nadie queda indiferente. Por ti va, que por amor te entregas a un ideal:
“A tono bravo”, de Loquillo
De capa y espada, armas y letras,
gentil y canalla, gallardo y calavera.
No hay cielo lo bastante alto ni tierra pequeña.
No hay océanos de tiempo
que no surque mi propia bandera.
De Lope, el amor, la rabia de Quevedo,
Espronceda, los Machado, Rocinante y Platero,
vivan las Cortes de Cádiz y el Himno de Riego.
Yo, como Unamuno, contra esto y aquello.
Elegí la disidencia, el motor de mi existencia,
elemento discordante, la voz de tu conciencia.
Escribo a quemarropa en legítima defensa,
no comparto opiniones, dicto sentencias.
Elegí la disidencia, el motor de mi existencia,
elemento discordante, la voz de tu conciencia.
Escribo a quemarropa en legítima defensa,
no comparto opiniones, dicto sentencias.
No hay océanos de tiempo
que no surque mi propia bandera.
No hay océanos de tiempo
que no surque mi propia bandera.
RICARDO
