Nunca pensé que fuera difícil superar en españolía a un felón de ascendencia francesa como Felipe VI, el que ni siente ni padece, el que no tiene vergüenza ni la ha conocido, el niño de papito, el orejas de soplillo que reniega de todo mientras llena su bolsillo, “el marío de la Leti”, no tan campechano como su padre pero, por lo visto, “muy preparao”, tanto como la joven generación que le es súbdita; y es cierto: sin duda, es la generación más preparada… de hecho, la única capaz de verse relegada, con cien títulos, a no tener trabajo, o, a (si, por suerte, lo encuentra) tenerlo insuficientemente remunerado como para mantener una casa, formar una familia y vivir con dignidad. Y digo única porque nunca antes una generación de jóvenes españoles fue capaz de denigrarse con tanta facilidad; cualquier otra habría sacudido España para librarla del polvo, naftalina y laca caducada que rezuman las cloacas institucionales del Estado.
Pero aquí estamos algunos que ya no aguantamos y que, al ver al tal Felipito “preparao”, que no sabe dar un discurso sin leer, coleccionando, entusiasmado, chapitas de colores en el pecho, a modo de medallas, hacemos el esfuerzo de no soltar la carcajada del que ríe último… porque aún debemos esperar un tiempo.
Y es que, repito, nunca fue difícil superar en españolía a un Borbón. Ha tenido que venir un sueco a demostrarlo. Saras Per Kristian Matsson habla de cuero español, siesta, flamenco y de nuestras señoritas; se pierde, embelesado, por ciudades tan españolas como Barcelona, Madrid o Pamplona, y su pasión por animales bravos y tan nuestros como el toro o el águila es tan descarada que acaba pidiendo ser nuestro rey. Habla de todo ello y lo siente. Por eso lo convierte en música. Por eso es tan grande nuestra Patria, porque enamora a cualquiera que tenga corazón.
Matsson quiere ser rey de España… ¿por qué no probar? Peor que éste no puede ser. Si, total, el montaje anacrónico de monarcas y plebeyos tiene los días contados… así, al menos, echamos un buen rato.
JUANMA
