Un solo de Mark Knopfler, el Silverstown Blues al final de una larga jornada. Una mirada perdida en el metro, fugaz como el pestañeo, siendo una ruborizante osadía el aguantar tres prolongados segundos para encontrar escondidos lamentos en las desgastadas pupilas.
Una llamada a la noche. La voz del nostálgico, que con entrañable melodía relata que está desgraciadamente bien, que todo sigue como siempre, y es la añoranza la que le acompaña al colgar y dejarse caer sobre el camastro.
El abrazo de una mala noticia. Las despedidas en los hospitales. El suspiro de un «hasta mañana».
Una gris metrópoli se erigía, y a todos desafiaba mediante la asfixiante rutina, levantando el pesado hormigón que a las suelas se adhería para amenazar con el desgraciado estancamiento permanente. Y, sin embargo, eran guiños de color los que daban sentido a un mundo que renunció a lo magnífico para anclarse en el indiferente materialismo que lo abocaba a su desaparición. Cuando su ojo percibió el policromado destello de esperanza que albergaba la radiante sencillez, se quitó la soga, se bajó del taburete y salió a contemplar el paisaje que ante sí veía; y, donde antes advertía chimeneas y cristaleras, ahora podía fijarse en geranios, petunias y algún pájaro revoloteando. Los coches pasaban, pero aleatorios peatones también copaban y daban pigmentación al lienzo, que desde la buhardilla alegremente, trazaba.
«Yo soy yo y mis circunstancias —pensó—. Pero yo decido cómo verlas —terminó».
La llantina del recién nacido. Cincuenta años y los que queden. La alegría del «Sí, quiero».
Un despertar acompañado. La jovialidad del saludo, que con lágrimas ve el regreso de aquel pedazo que dio de sí para, orgullosamente, ver cómo avanza, y es la satisfacción la que, emocionada, no le permite conciliar el sueño.
Un solo de Mark Knopfler, el Walk of life en el comienzo de la mañana. Unas sonrisas que se encuentran, eternas como los votos, siendo una palpitante aventura el encontrar tres sencillas razones por las que desvelar, con voceadas canciones, las maravillas del porvenir…

RMAG