La exposición ‘Maculadas sin remedio’ denigra la dignidad de la mujer

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Detalle de La Inmaculada Concepción de los Venerables o «de Soult» (Bartolomé E. Murillo, ca. 1678).

Vergüenza. Asco. Tristeza. Dolor. Compasión. Estos son algunos de los sentimientos que experimenté en mi propia carne al ver la exposición completa Maculadas sin remedio, que aún se expone en el Palacio de la Merced. Se trata de una serie de obras, si es que así pudieran llamarse, de catorce mujeres que pretenden hacer una revisión de las pinturas de Murillo acerca de un modelo para ellas «impuesto» de feminidad. A sus ojos, «libertad de expresión»; a los nuestros, un serio ataque a nuestra Madre del Cielo.

Me pregunto qué significa para ellas el término «feminidad». Parece ser que su concepto no se extiende más allá de una muestra explícita de nuestros órganos genitales y de un odio visceral a la Mujer que Dios quiso preservar de todo pecado para ser su Madre.

La burla no está presente únicamente en el cuadro rasgado en los últimos días, sino, desgraciadamente, en la gran mayoría de las obras. Las pocas que no hacen alusión a la Virgen muestran: un conjunto de tampones alineados con una mancha de regla, todo enmarcado; un cabecero de una cama pintado como si fuera una vulva; un cuadro asemejando un plano de la ciudad con edificios formados por envases vacíos de píldoras anticonceptivas, antiinflamatorios y otros fármacos; y, finalmente, unos poemas. A su entender, las mujeres nos caracterizamos fundamentalmente por nuestro cuerpo. ¿Dónde queda nuestra dignidad? Al menos yo no me identifico con ese animal que presentan como mujer, incapaz de dominar sus instintos más básicos, como el placer; no me conformo con que hagan de la mujer un objeto definido por una mancha física, fruto de una condición fisiológica, ni muchísimo menos una mancha espiritual. No soy dueña de mi vida (ni un hombre lo es), ni tampoco de la del hijo que pudiera engendrar. Por ser mujer, no me siento silenciada, ni culpabilizo a nuestra Patria de los crímenes que se hayan cometido contra algunas mujeres. No soy el modelo de mujer que reivindican. Tampoco representan a muchas otras mujeres que tienen a diario el coraje de dar la cara por la defensa de los valores que nunca perecen, y de la Verdad que nos hace libres.

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El referido cuadro.

Bien es sabido por muchos cristianos que María es la Nueva Eva. Vino a ejercer su papel de Corredentora de nuestra humanidad, para salvarnos del pecado cometido por nuestros primeros padres. Con un vinilo, como si de un anuncio de una marca conocida de compresas se tratara, una de las autoras ridiculiza esta parte de nuestra tradición cristiana. Sin embargo, la pintura que se lleva la palma, sin alguna duda, es la obra en dos partes de Rosario Corrales: Con flores a María. Sobran las palabras. ¿Quién ha permitido que se cuelgue en un espacio público esta repugnante caricatura de la Inmaculada Concepción? ¿Por qué se califica de acto vandálico la parcial rotura del cuadro, siendo el mismo un delito contra la tan proclamada libertad religiosa?

Y es que la Criatura más perfecta de Dios ha derrotado al mal. Con su sí constante y sostenido fue y es a día de hoy el ejemplo más claro de feminidad. Le pese a quien le pese. Aceptó con valentía un embarazo «inesperado» que cambió la historia de la humanidad. Por ti; por mí. María es modelo inexorable de madre, de joven inconformista, generosa pero humilde, infatigable ante la injusticia, Reina de la paz y de nuestros corazones. María no se impone. María ama.

Lo que no entienden es que cuanto más daño buscan hacer a Nuestra Madre, más la queremos; estando dispuestos a defenderla sin peros, con el exacto gesto afirmativo del que Ella supo dar ejemplar testimonio. Conocemos de sobra «la otra mejilla» (de hecho, nos arden ambas, gracias a las innumerables bofetadas diarias), pero, como dijo Santo Tomás de Aquino, «Es digno de alabanza ser paciente en el sufrimiento de las propias injurias, pero soportar paciente las injurias contra Dios —o la Virgen— es la suma impiedad».

Luchemos por amor a la Verdad y no por odio a la sucia mentira, pero luchemos.

A.M.D.G.

LOURDES M.

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