A principios de semana leía un artículo sobre un estudio reciente de las pérdidas ocasionadas por la no gestión de los montes a nivel mundial. Entre otras cosas, se alertaba de las pérdidas económicas y naturales que genera este sistema, donde el beneficio económico a corto plazo prima sobre el futuro del planeta. Económicamente, se pierden entre 200.000 y 500.000 millones de dólares al año en aprovechamientos forestales, un dato escalofriante si tenemos en cuenta que esas actividades económicas desaprovechadas supondrían un importante empuje a la deprimida sociedad rural. Una política forestal que incluya a los habitantes de la zona puede acabar con el retroceso económico que viene sufriendo el campo a lo largo de los años y nos garantizaría la conservación de las zonas verdes del planeta, ya que al vincular a la población y al medio generamos una colaboración mutua que protegería los ecosistemas.

Esta situación se podría considerar (por fin) desarrollo sostenible, que no es tan utópico como pensamos. Los beneficios no sólo serían de índole económico ya que la potenciación del sector forestal salvaría los montes de sus grandes amenazas: la deforestación y los incendios. Para el primero supondría un freno a la desenfrenada carrera del sector agrícola por aumentar el tamaño de sus zonas de cultivo, que, realmente, no traen sino destrucción, porque los suelos que tratan de aprovechar son incapaces de mantener la demanda de producción que se les exige. Recordemos: porque sea un bosque, el suelo no tiene por qué ser más rico. Además, la gestión de estas zonas favorecería el mantenimiento y conservación de los montes, evitando así la pérdida de diversidad y, sobre todo, los incendios forestales. La nula gestión de estas zonas alimenta el combustible de los incendios, ¿no nos gustaría dejar de ver en verano esos titulares sobre estos desastres que acaban con naturaleza y hombre por igual?
Ésta es sólo una pequeña idea surgida a raíz de la desazón causada por ver cómo al mundo sigue sin importarle el futuro. La destrucción de nuestro planeta no es sólo la cantinela que traen unos cuantos ecologistas y bichos raros, es un hecho. No podemos seguir obviando la realidad y acabando con nuestro futuro. Seamos conscientes de nuestra realidad y luchemos por cambiar lo que nos rodea. Por eso, como yo, os animo a pensar. La solución la puede tener cualquiera.
Un futuro ingeniero verde