‘Rayos de esperanza’

img 20160821 wa0001
Las Ermitas (Córdoba, España)

Afuera hace frío, ya no se escuchan los pájaros mañaneros en el patio que todo ha vivido. Llueve y hace viento, que despeina los cabellos alocados de nuestras cabezas sin ningún disimulo. Ya todo es oscuro, ni siquiera una nube abre paso al infinito cielo azul, todas compiten por esconder el paraíso de allá arriba, disimulando el esplendor del ardiente sol que calienta los corazones de los apasionados de la belleza, esa inexplicable de la primavera…

Pero hay esperanza en el caminar, hay verde hierba en los secos cultivos, pájaros cantando en las ciudades negras, la juventud eterna, esa que florece en las almas limpias y en los ojos que brillan por destapar sus inquietudes más encondidas.

Amenazados por el frío, que nos cala y mortifica, sus fuertes lluvias golpean nuestras cabezas, pero jamás apagarán esos firmes fuegos sinceros que luchan por el mañana soleado que florecerá los corazones.

El invierno es el mundo terrenal,

el sol que cura la eterna Verdad.

Las olas altas están;

jamás les ahogarán.

Unos pájaros valientes

a contracorriente van.

A esas valientes almas yo vi rezando un Rosario por desagravio. Los vi limpiando los sucios campos huérfanos de la humanidad que los maltrata sin piedad.

Los vi pintando hogares desamparados por el capital.

Los vi cuidando niños y repartiendo alimentos en tiempos de necesidad.

Los vi vaciando una Iglesia, inundada por las penosas corrientes de la actualidad.

Los vi en primera línea, sin ningún pesar.

Y ahora, ahora los veo luchar por la más difícil batalla, la de la Cruz Santa.

La fuerte lluvia podrá mojar, pero no inundará.

El viento las palmeras sacudirá,

pero las rectas permanecerán.

El invierno enfriará las tibias aguas, pero, en aquellas claras, la primavera reirá,

floreciendo cinco rosas en el Jardín Eternal.

Las nubes del temporal se abrirán entre grises colores para lanzar resplandecientes rayos de sol que iluminarán los campos mojados, los campos de este mundo que está llorando.

La Cruz que nos alienta

asaltada hoy por el mal.

¡Ay, nubes del cielo, mostrad el azul del mar!

Mostrad el azul del mar,

que mi Madre entristecerá

porque las hojas mojadas están.

Las almas que salvarán,

decididas y firmes al andar,

las olas no alcanzarán.

Una guerra pacífica habrá,

mas la Bandera de Cristo triunfará.

Las cruces de este suelo podrán quitar,

pero la Eternal…

¡Ay, Cruz de mi vida!

Jamás caerá.

CARMEN

¡Comparte!
Facebook
X
LinkedIn