En muchos hogares de Estudio y Acción es ritual en estas fechas visionar la famosa película de Frank Capra Qué bello es vivir, que recoge la vida de George Bailey, con todas sus ilusiones y altibajos, desde 1919 a 1945 —al límite, ya que fue filmada en 1946—.

Está basada en el primero folleto y luego libro escrito, en 1939, por Philip Van Doren: The Greatest Gift (El mayor regalo); y, aunque trata, uno de los mayores males que actualmente nos sigue acompañando, el suicidio, lo hace desde el punto de vista de la esperanza, y dotando al hombre de un sentido vital como portador de valores eternos que, desde nuestro punto de vista cristiano, da sentido a todo.

Ayer, como hoy, sigue siendo el suicidio un tema tabú para los políticos, y está claro que si, en la película, el apoyo al atormentado viene directamente del cielo, ahora tampoco podría ser de otra manera: en nuestra sociedad aún no se han dado los pasos adecuados, estableciendo los mecanismos para que una persona desesperada, con una simple llamada telefónica, encuentre el apoyo de un equipo de psicólogos, sacerdotes y funcionarios con capacidad presupuestaria y formación adecuada para poder salvar situaciones antes de que el afectado tome una fatal decisión.


Pero, yendo a lo que nos ocupa, es gracias a la plataforma FILMIN que este año descubrimos que la versión de la película que nos ha acompañado siempre en Navidad en la Primera sesión de la 1, en las ediciones históricas en VHS (luego, en DVD) durante toda nuestra vida no era la versión original. Es indescriptible la sensación de incredulidad que sientes y, por otra parte, la ilusión que te llena cuando ves novedosas imágenes que refuerzan el buen hacer de George Bailey en su cooperativismo económico; éste traspasa a lo político, y es sólo comparable a escenas del nacionalsindicalismo práctico que se vivieron en España, justo en el entorno de la época en que el autor escribió su historia, en su lucha social frente al capital. Esta versión extendida que ahora descubrimos refuerza el carácter social de la película y destaca aún mas de excelencia los valores de George Bailey, que tienen su base en la familia y, a partir de ahí, en su carácter de servicio; esto le hace dotarse y revestirse ante los ataques, baches y trampas que la vida le pone, de una moral que llega al summum cuando recurre a Dios como lo hacen, también, todos sus seres queridos.

Que esta Navidad la vivamos con la experiencia de que nada debemos dar por sabido y de que, siempre, pueden surgir sorpresivas versiones extendidas de nuestra propia vida; que éstas estén dotadas del orgullo de haber sido consecuentes al haber permanecido vigilantes y firmes, cuales ángeles con espadas.
